29. Preguntas

Las preguntas son una formidable y poderosa tecnología de la mente, que usadas correctamente pueden abrirnos casi cualquier puerta. Pero primero, como ocurre con muchas potencialidades humanas debemos regresarla a una ingenuidad fundamental.


Desafortunadamente las preguntas perdieron su capacidad de moldear nuestra psique en el momento en que empezamos a tomarlas a la ligera. En un principio la pregunta era ,y tenía que ser, inseparable de un auténtico estado interior de curiosidad. Eso hasta que aparecieron sus distorsiones, tales como la pregunta retórica.


La banalidad de la pregunta retórica es algo que tenemos programados desde pequeños. Desde el momento en que el papá le "pregunta" al hijo en un estado enajenado "¿Por qué no hizo la tarea mocoso del demonio?". Sólo que no lo hace desde la curiosidad; no le importa realmente la razón. Desde entonces se abre una brecha en la forma como el mocoso del demonio va a interpretar la realidad ¿Es una pregunta o una admonición?


Con una pregunta se puede pedir, sugerir, informar, regañar, obligar, saludar...¿Se podrá todavía preguntar?


No quiero decir que se deba ahora cambiar por completo la forma como nos comunicamos cotidianamente, es más un llamado a no olvidar esa esencia primera de la pregunta, que después de todo, ha sido la que nos ha llevado a través de todo este viaje que llamamos progreso humano. Alguien puede pensar arrogantemente que han sido las buenas respuestas las responsables de nuestra ascensión del barro primitivo. Pero las buenas respuestas viene de buenas preguntas.


¿Cómo influyen las buenas preguntas en nuestra vida cotidiana? Para esto hay que entender un rasgo esencial de nuestra mente. Podemos ver metafóricamente a la mente (o parte de ella) como una máquina programada para tomar unos estímulos interiores y exteriores, hacer unos cálculos, y botar una respuesta. En todo momento está llevando a cabo esta operación y no se puede apagar. Es una máquina de dar respuestas, y no descansa hasta que cumple su tarea.


Esto explica algunos casos insólitos del mundo de la neurociencia. Se han documentado casos de pacientes que por una lesión cerebral no sólo pierden el control sobre una extremidad sino que además la extremidad, un brazo por ejemplo, ya no está en el "mapa" que tiene en su mente de los límites de su propio cuerpo. Es decir, ya no reconoce el brazo como propio. El paciente puede tener todas sus otras facultades mentales intactas pero cuando se le pregunta reiteradamente de quién es el brazo que tiene al lado, da respuestas tan absurdas como "No sé, debe ser de mi hermano que me vino a visitar y lo dejó botado". Esto se debe a que el cerebro no puede darse el lujo de NO dar una respuesta.


Imaginemos ahora a una persona que quiere bajar de peso. Si todos los días se levanta y lo primero que se dice inconscientemente es "¿Por qué estoy tan gordo?" una y otra y otra vez, el cerebro va a encontrar una respuesta, y seguramente no va a ser agradable. Va a ser algo como "Porque eres un maldito imbécil". Lo que pasa aquí es que la pregunta perdió por completo su naturaleza primitiva de representar un estado de curiosidad.


¿Qué pasaría si esta persona pudiera reemplazar la pregunta por algo como "Cómo podría hacer para tener el peso que quiero"? mejor aún, como tiene toda la libertad de formular la pregunta que quiera (Esto es importante porque mucho malentendidos de la historia que han terminado trayendo odio y sufrimiento viene de preguntas estúpidas o mal formuladas) la cambia por ¿Cómo puedo hacer para tener el peso que quiero y además disfrutar el proceso? Puede que la mente no encuentre la respuesta ideal, pero va a ser mucho mejor que la del maldito imbécil.


El mundo necesita urgentemente de verdadera curiosidad, no nublada por prejuicios, de donde salgan buenas preguntas, de donde salgan buenas respuestas.

2 comentarios:

Anónimo | 3 de octubre de 2009, 12:55

Interesante? :):):):):):)

ReservaNatural Victoria | 8 de febrero de 2010, 17:46

Hola, la verdad, si es que existe, con tanta "basura" estamos perdiendo la capacidad de hacernos buenas preguntas.
Saludos,
David

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