2. FELICIDAD

LO ÚNICO verdadera y completamente subversivo es la felicidad. Si alguien creara una religión, un movimiento político o qué sé yo, un deporte basado exclusivamente en la felicidad, sería rápidamente destruido por todos sus opositores, que serían el resto de seres humanos: los acólitos del sufrimiento.

La felicidad es peligrosa porque aísla del resto de la comunidad humana. Porque el resto de la gente lo puede tomar como una afrenta personal, como una burla tácita. ¿De qué se puede hablar con una persona feliz? ¿Cómo contarle nuestras cuitas sin sentirnos avergonzados?
El dolor es el pegamento que mantiene unida a las diferentes tribus humanas; lo que vemos reflejado en los seres que nos rodean son nuestras miserias particulares, la felicidad por el contrario es una abstracción universal imposible. El dolor permite que los demás se nos acerquen a proveernos consuelo y sabiduría, y a que se sientan importantes y necesarios en el proceso. El feliz no necesita de nadie. Al feliz no se le puede vender ninguna ideología, ninguna filosofía, ningún Dios. La felicidad es muy peligrosa.

Mientras se sigan construyendo revoluciones a partir de la tristeza y la rabia, se seguirá en el mismo círculo vicioso porque no son verdaderamente revolucionarias. Aunque hay que admitir que en medio de todas las revoluciones han surgido cosas interesantes, sobre todo en las llamadas revoluciones científicas y artísticas que no son realmente revoluciones sino actualizaciones.

Si alguien quiere ser realmente radical, sea feliz. Ahora, con lo que tenga. No hay idea más extrema y aberrante que esa. Y también intentar ser feliz primero yo únicamente, antes de imponerles (por lo general a la fuerza) mi versión particular de la felicidad a los demás.
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