3. MORAL

EN EL POST pasado decía muchas cosas raras sobre la felicidad, que se pueden resumir en una proposición: La felicidad es problemática porque para ser feliz en cierta forma me tienen que importar un culo los demás.

Ahora la pregunta que me hago es si esta es una posición moralmente sostenible. Una pregunta que se traduce en ¿Existen condiciones necesarias en la realidad que impliquen la correlación entre ser bueno (moral) y preocuparse de la felicidad de los demás? Después de todo uno de los pilares morales de nuestro tiempo, el mismísimo Dalai Lama, recomendaba ser "inteligentemente egoista".

Pero lo que me ocupa en esta reflexión no es contestar dicha pregunta, sino la intuición de que siempre que en una discusión se involucre la moral, siempre, va a ser un elemento perturbador y distorsionador. Porque la moral habla de algo que ya está muerto. Porque moral es otra palabra para respuesta prefijada, en un mundo dinámico.

Paciencia que ya voy a llegar al punto. ¿Quiere decir que defiendo la amoralidad o la inmoralidad? No necesariamente. Soy tan moral o inmoral como cualquier persona promedio. El problema es que cuando se discute la moral nunca se introduce en la ecuación el factor tiempo, que no sólo es importante sino que es lo más importante al hablar de moralidad. La moral sólo tiene sentido como un proceso de actualización.

Tomemos como ejemplo uno de las historias canónicas de la moralidad: Los 10 mandamientos que Yahve entregó al pueblo de Israel. Tal vez aquí los expertos de la Biblia me corrijan, pero no creo que haya una parte en el Éxodo en que Dios le diga a Moises: "A propósito estos mandamientos tan particulares van a seguir siendo vigentes inclusive cuando envie mi hijo en la tierra y a raíz de esto se funde una religión aparte del judaismo. De hecho serán vigentes hasta el juicio final, para todas las personas del mundo, en todas las circunstancias". Después de todo era el pueblo elegido ¿no? El silencio de Dios acerca de la fecha de expiración de los mandamientos me lleva a asumir que él suponía que sólo los iban a seguir los israelies del Siglo XIII a.c. Eso y el hecho de que Jesús los revoca explícitamente en los evangelios.

Pero lo importante no es si la Biblia es verdad o ficción, etc. Era sólo un ejemplo. Lo importante es el miedo. El miedo de que nos cambien las reglas a mitad de camino. Y ese miedo es muy humano y por ende respetable. Sin embargo al final de todo, lo que verdaderamente importa es que las condiciones del juego SÍ cambian lo queramos o no, todo el tiempo. Tal ves deberían empezar a enseñarnos eso, a adpatarnos a nuevas reglas de juego en todo momento. Una más para la lista de cosas que realmente debía haber aprendido en la escuela.
--

0 comentarios:

Publicar un comentario